La voz de los valientes by Rafael Tarradas Bultó

La voz de los valientes by Rafael Tarradas Bultó

autor:Rafael Tarradas Bultó [Tarradas Bultó, Rafael]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Bélico, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-02-22T00:00:00+00:00


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La reacción de la duquesa de Riosgrandes al nuevo plan para su wolframio fue del todo inesperada. Habían llegado cuando ya era de noche, en medio de una intensa tormenta, un día después de que Ana respondiera al telegrama que le habían enviado para anunciarle su visita con un ilusionante «de acuerdo». Pablo y José Manuel imaginaron las nulas ganas que tenía de escuchar una nueva propuesta que rompiera su tranquilidad.

Habían acudido a ella con temor de que los echara de su casa a gritos, algo que sabían por Inés que había hecho alguna vez. Ana Argüelles era todo lo de pueblo que cabía ser, pero también todo lo duquesa cuando era necesario. Odiaba que la mangonearan y pensaban que, tras haberla convencido para formar una empresa con los ingleses precisamente para proteger La Recuesta de la posibilidad de que su mineral cayera en manos nazis, convencerla de lo opuesto la bloquearía.

Pasó todo lo contrario.

—Os sorprende mi reacción porque creéis que me conocéis bien —les dijo, copa de oporto en mano, después de que le presentaran la propuesta y ella rápidamente aceptara—. Odio ser previsible, tal vez por eso nunca lo haya sido. Mi mina será el cascabel del gato y me sentiré orgullosa de eso.

—¿El cascabel del gato? —preguntó Pablo.

—Sí. El que indica dónde está el enemigo a los ratones. Mi wolframio llevará a los aliados al lugar más secreto de esos nazis horribles. Eso es perfecto. Pero os voy a proponer algo más.

José Manuel no daba crédito a la personalidad de la septuagenaria abuela de Inés. Pablo le había hablado de ella y habían coincidido alguna vez, pero su genialidad parecía crecer con los años. En vez de debilitarse con la vejez, Ana Argüelles se fortalecía. Sentada en su salón plagado de grabados, porcelanas, tapicerías y mesitas, mientras la lluvia racheada golpeaba las ventanas de su ancestral casona, parecía capaz de aguantar tan sólidamente el paso del tiempo como aquellas piedras. Se notaba que tenía aprecio a Pablo, pero a él aún no le tuteaba, como si estuviera esperando a que se ganase su confianza con sus actos. Se quedó mirándola con atención y se prepararó para escuchar lo que tenía que decir.

—No hay un buen lugar para alojar a esos hombres en Gijón. Me refiero a los que informarán de cuánto wolframio extraemos, de cuánto se deberá enviar a sus superiores, a Alemania o dondequiera que sea. Además, si queremos extraer el mineral discretamente, si no quieren que los aliados les presten demasiada atención, tampoco querrán estar yendo y viniendo de La Recuesta a Gijon y de Gijón a La Recuesta. Lo ideal es que se queden a vivir aquí. Dependiendo del rango, incluso podemos alojarlos en esta casa, pero si no, podemos habilitar la casa del jardinero y las cuadras. En el patio podemos almacenar el mineral y en la casa del jardinero, que está pegada y es maravillosa, pueden vivir los que dirijan toda la operación. Será fácil para vosotros instalar micrófonos, averiguar cada paso que quieran dar esos hombres, pero yo os ayudaré también.



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